jueves, 22 de marzo de 2012

MENSAJE DEL  ARZOBISPO POR EL DIA DEL NIÑO POR NACER

“HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA Y VIDA EN ABUNDANCIA” (Jn. 10,10)
25 de Marzo: Día del Niño por Nacer

La fiesta de la Anunciación del Señor nos permite una vez más unirnos a todos los fieles y a las personas de buena voluntad para proclamar nuestro amor, respeto y deseo de proteger la vida en el reconocimiento que es el don más precioso que Dios nos da y mediante el cual percibimos la grandeza de su amor por toda humanidad, al hacernos “a su imagen y semejanza”.

Celebrar la Encarnación del Hijo de Dios, el inicio temporal de su presencia en medio de nosotros, dirige nuestra atención al momento tan particular en la que hacemos presencia en la historia; desde el instante de nuestra concepción comenzamos a existir como criatura única e irrepetible, y desde allí prosigue el desarrollo que pasa por nuestro nacimiento y llega con la muerte natural al abrazo en la vida plena con Dios.

Hoy en día hay muchos motivos que obnubilan la vida en plenitud, de manera especial la del no nacido, que es el más indefenso entre los indefensos; allí están los intentos de despenalizar el aborto, la promoción de métodos anticonceptivos de naturaleza abortiva, el querer contraponer o subordinar el bien del niño al bien de la madre, signos claros de la búsqueda del bienestar sin importar el otro.

Ante esto debemos recordar que la vida es un don que sólo le pertenece a Dios, el hombre no es su dueño, no puede decidir quién debe nacer y quién no, menos mancillar los derechos del que todavía no puede gritar ni protestar. La defensa de la vida no es un tema ideológico, ni religioso, sino que está en la realidad más profunda del ser humano y en el respeto irrestricto de su dignidad.

Por eso, quiero invitar a hacer de este día un canto de amor profundo a la vida, de cada vida, a renovar nuestro compromiso de defenderla ante cualquier circunstancia, a construir familias cada vez más sólidas por el amor de los esposos y de estos para con sus hijos, a renovar nuestra esperanza que de un hogar bien constituido surgirán no sólo buenas personas sino protagonistas de una sociedad mejor.

Que María Santísima, que acogió en su seno la vida de Nuestro Salvador, nos enseñe a valorar cada vez mejor el don precioso de nuestra vida y de cada vida.
             In Domino,
                                       + Miguel Cabrejos Vidarte, OFM
                                            Arzobispo Metropolitano de Trujillo







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