MENSAJE DEL ARZOBISPO POR FIESTAS PATRIAS 2012.
Busquemos siempre el diálogo y la paz
Renunciemos a la violencia
Al celebrar un
año más de la independencia nacional invito a todos a mirar a nuestro país con
realismo, esperanza y con la seguridad que en Dios, Señor de la Historia,
encontraremos el camino y la luz para construir una patria cada vez más
dialogante, con menos violencia y comprendiendo que la justicia se defiende con
la razón y no con la fuerza.
Tenemos que
considerar que durante muchos años creímos que acabando con el terrorismo
íbamos a lograr la paz, que terminando con este flagelo que dejó muerte y dolor
a nuestro país se suprimirían las causas de la violencia.
Pero ahora
constatamos que la violencia social no ha terminado. La violencia que ahora
vivimos y que lamentablemente crece cada día comienza en los mismos hogares,
donde han aumentado el número de feminicidios y violaciones sexuales; en los
colegios, donde se denuncian cada día más casos de bullying; en los barrios,
donde las pandillas perniciosas prácticamente han tomado algunas zonas de
nuestras ciudades; y hasta en el deporte, donde existen las temibles barras
bravas. Vemos con estupor que cada día los delitos se vuelven más violentos y
hay más armas y más muertos en las calles.
Hoy hablamos de
delitos que antes no existían como las extorsiones y los secuestros al paso; y
constatamos de manera preocupante el incremento de presos en nuestras cárceles,
lo que demuestra que la violencia social y la delincuencia común organizada
están creciendo en nuestro país. Las protestas sociales de distinta índole se
vuelven más violentas, y desde las muertes ocurridas durante el conflicto de
Bagua hacia adelante, no hemos podido solucionar los problemas de manera
dialogante y pacífica.
Por otro lado,
existen en el Perú grandes necesidades y, por ende, mucha expectativa respecto
al Gobierno; esperanzas e ilusiones que el Poder Ejecutivo y Legislativo tienen
el deber moral y cívico de colmar. Pero también existe desconfianza de las
instituciones del Estado y de la clase política; por eso corresponde al
Gobierno central, Gobiernos regionales provinciales y distritales, hacer una
gestión ejemplar, en donde la corrupción, la impunidad, los intereses
particulares y los objetivos partidarios dejen paso al único objetivo que puede
existir en un buen Gobierno: El bien común de todos los peruanos.
En un país como
el Perú, hay que poner las bases sólidas de un desarrollo integral sostenido y
sostenible, para fortalecer y afianzar todas nuestras instituciones
democráticas. Este progreso y desarrollo para el país se debe ver reflejado en
la vida cotidiana de todos los peruanos, con el objetivo de erradicar esta gran
desigualdad social y económica que existe todavía en nuestra patria.
El hecho de
tener unos índices económicos favorables y al mismo tiempo un descontento
social nos tiene que hacer reflexionar, por un lado, sobre la razón y el
sentido de estas protestas sociales y, por otro lado, acerca del tipo de
‘progreso’ y ‘desarrollo’ que queremos para nuestro país.
Si vemos la
realidad actual a la Luz de la Sagrada Escritura, nos damos cuenta que la
lógica de Jesús alude a la dimensión más profunda de la persona: su dignidad.
Antiguamente las personas tenían un valor relativo, según la valoración que
cada sociedad le atribuyera. Las personas tenían valoraciones diferenciadas.
Por eso Jesús plantea el principio precursor en la humanidad: el valor absoluto
de cada persona, independientemente de su ocupación, puesto o valorización
social.
Desde esta
perspectiva tenemos que hacer de nuestra sociedad y de nuestros pueblos un
lugar de encuentro, de diálogo, de paz y de vida, una vida que debe ser
defendida desde su concepción hasta la muerte natural. Y eso se logra partiendo
del reconocimiento de los demás como personas dignas de ser valoradas y amadas;
es decir, al igual que Jesús, partiendo del reconocimiento de la dignidad
humana de toda persona.
El Gobierno
Central y todo Gobierno regional, provincial y distrital tienen el deber de
Conocer y Escuchar a sus conciudadanos de todo nivel cultural y social para
poder tomar las decisiones adecuadas, ya que el desarrollo de un país se logra
cuando su gente se desarrolla, crece cuando sus regiones crecen, progresa
cuando sus habitantes progresan. Bien es sabido que el mayor tesoro que tiene
un país es su Recurso Humano, y ese recurso es el que debemos privilegiar en un
nuevo esquema de desarrollo. La inversión en educación, en salud, en nutrición
tiene que ser vista como tal, como ‘inversión’, y no como gasto.
Que Dios nuestro
Padre, Señor de la Historia y de la Vida, les otorgue abundantes gracias y
bendiciones para el éxito de sus gestiones en bien de todo el pueblo peruano.
Finalmente, hago
un llamado a buscar siempre el diálogo y la paz, y a renunciar a toda forma de
violencia, porque un ambiente de conflictividad e inseguridad no será nunca el
camino para solucionar los problemas de nuestro país. Hoy reafirmemos el camino
del entendimiento y la tolerancia por el bien de todos los peruanos.
+
Miguel Cabrejos Vidarte
Arzobispo Metropolitano de
Trujillo
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