jueves, 26 de julio de 2012



MENSAJE DEL ARZOBISPO POR FIESTAS PATRIAS 2012.

Busquemos siempre el diálogo y la paz
Renunciemos a la violencia

Al celebrar un año más de la independencia nacional invito a todos a mirar a nuestro país con realismo, esperanza y con la seguridad que en Dios, Señor de la Historia, encontraremos el camino y la luz para construir una patria cada vez más dialogante, con menos violencia y comprendiendo que la justicia se defiende con la razón y no con la fuerza.

Tenemos que considerar que durante muchos años creímos que acabando con el terrorismo íbamos a lograr la paz, que terminando con este flagelo que dejó muerte y dolor a nuestro país se suprimirían las causas de la violencia.

Pero ahora constatamos que la violencia social no ha terminado. La violencia que ahora vivimos y que lamentablemente crece cada día comienza en los mismos hogares, donde han aumentado el número de feminicidios y violaciones sexuales; en los colegios, donde se denuncian cada día más casos de bullying; en los barrios, donde las pandillas perniciosas prácticamente han tomado algunas zonas de nuestras ciudades; y hasta en el deporte, donde existen las temibles barras bravas. Vemos con estupor que cada día los delitos se vuelven más violentos y hay más armas y más muertos en las calles.

Hoy hablamos de delitos que antes no existían como las extorsiones y los secuestros al paso; y constatamos de manera preocupante el incremento de presos en nuestras cárceles, lo que demuestra que la violencia social y la delincuencia común organizada están creciendo en nuestro país. Las protestas sociales de distinta índole se vuelven más violentas, y desde las muertes ocurridas durante el conflicto de Bagua hacia adelante, no hemos podido solucionar los problemas de manera dialogante y pacífica.

Por otro lado, existen en el Perú grandes necesidades y, por ende, mucha expectativa respecto al Gobierno; esperanzas e ilusiones que el Poder Ejecutivo y Legislativo tienen el deber moral y cívico de colmar. Pero también existe desconfianza de las instituciones del Estado y de la clase política; por eso corresponde al Gobierno central, Gobiernos regionales provinciales y distritales, hacer una gestión ejemplar, en donde la corrupción, la impunidad, los intereses particulares y los objetivos partidarios dejen paso al único objetivo que puede existir en un buen Gobierno: El bien común de todos los peruanos. 

En un país como el Perú, hay que poner las bases sólidas de un desarrollo integral sostenido y sostenible, para fortalecer y afianzar todas nuestras instituciones democráticas. Este progreso y desarrollo para el país se debe ver reflejado en la vida cotidiana de todos los peruanos, con el objetivo de erradicar esta gran desigualdad social y económica que existe todavía en nuestra patria.

El hecho de tener unos índices económicos favorables y al mismo tiempo un descontento social nos tiene que hacer reflexionar, por un lado, sobre la razón y el sentido de estas protestas sociales y, por otro lado, acerca del tipo de ‘progreso’ y ‘desarrollo’ que queremos para nuestro país.

Si vemos la realidad actual a la Luz de la Sagrada Escritura, nos damos cuenta que la lógica de Jesús alude a la dimensión más profunda de la persona: su dignidad. Antiguamente las personas tenían un valor relativo, según la valoración que cada sociedad le atribuyera. Las personas tenían valoraciones diferenciadas. Por eso Jesús plantea el principio precursor en la humanidad: el valor absoluto de cada persona, independientemente de su ocupación, puesto o valorización social.

Desde esta perspectiva tenemos que hacer de nuestra sociedad y de nuestros pueblos un lugar de encuentro, de diálogo, de paz y de vida, una vida que debe ser defendida desde su concepción hasta la muerte natural. Y eso se logra partiendo del reconocimiento de los demás como personas dignas de ser valoradas y amadas; es decir, al igual que Jesús, partiendo del reconocimiento de la dignidad humana de toda persona.

El Gobierno Central y todo Gobierno regional, provincial y distrital tienen el deber de Conocer y Escuchar a sus conciudadanos de todo nivel cultural y social para poder tomar las decisiones adecuadas, ya que el desarrollo de un país se logra cuando su gente se desarrolla, crece cuando sus regiones crecen, progresa cuando sus habitantes progresan. Bien es sabido que el mayor tesoro que tiene un país es su Recurso Humano, y ese recurso es el que debemos privilegiar en un nuevo esquema de desarrollo. La inversión en educación, en salud, en nutrición tiene que ser vista como tal, como ‘inversión’, y no como gasto.

Que Dios nuestro Padre, Señor de la Historia y de la Vida, les otorgue abundantes gracias y bendiciones para el éxito de sus gestiones en bien de todo el pueblo peruano.

Finalmente, hago un llamado a buscar siempre el diálogo y la paz, y a renunciar a toda forma de violencia, porque un ambiente de conflictividad e inseguridad no será nunca el camino para solucionar los problemas de nuestro país. Hoy reafirmemos el camino del entendimiento y la tolerancia por el bien de todos los peruanos.



+ Miguel Cabrejos Vidarte
Arzobispo Metropolitano de Trujillo

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