NO A TODA
FORMA DE VIOLENCIA.
MERECEMOS
VIVIR EN PAZ Y EN JUSTICIA
Mons. Miguel ora junto con todos los fieles cristianos por la Paz y la Justicia |
- Conmocionados por los
hechos violentos como el de la trágica muerte del joven universitario
Walter Oyarce Domínguez al término de un espectáculo deportivo y los
múltiples actos delictivos con trágicas y fatales consecuencias que
vivimos, queremos expresar nuestra cercanía con todas las víctimas de
estos lamentables hechos, con sus padres, familiares, amigos, conocidos y con
cada uno de los que deseamos vivir en un Perú que crece y se desarrolla en
el respeto a la vida y a su dignidad, y desde la justicia y la paz.
- Constatamos que la
violencia que sufrimos, incluida la urbana, no es solo realizada por jóvenes
desadaptados en forma aislada, sino que está instalada en todos los
estratos sociales y en todas las edades. Por eso debemos preguntamos: ¿Qué
está sucediendo con nuestra sociedad? ¿Qué está pasando en nuestros
hogares y en nuestras instituciones, de manera particular las educativas?
- Tenemos que
reconocer que nuestra sociedad todavía no ha encontrado los medios
eficaces para prevenir, controlar y sancionar debidamente estos hechos, lo
que mantiene el clima de inseguridad y en ocasiones impotencia y
frustración que debe ser superada con el enérgico rechazo y con un
esfuerzo solidario y organizado de todos para que este tipo de hechos no
se vuelvan a repetir.
- Esta cultura de
violencia tiene entre sus causas más importantes la desintegración
familiar que ocasiona enfrentamientos al interior de la familia, problemas
afectivos y psicológicos, separaciones, divorcios, maltratos entre esposos
y a los hijos que han llegado hasta el asesinato, al abandono de recién
nacidos, víctimas que pueden tomar el camino de esa delincuencia que tanto
rechazamos.
- Otros ámbito de
preocupación, en el desarrollo de nuestros niños y jóvenes, son las instituciones
educativas en sus diferentes niveles donde ha crecido de forma alarmante
el hostigamiento, el maltrato psicológico y físico y el consumo de drogas
y alcohol. No debemos olvidar que la educación escolar va más allá de los
índices de rendimiento académico y que ésta es responsabilidad
fundamentalmente de los padres de familia, a los que el Estado a través de
su sistema educativo y de sus docentes deben garantizarles una sólida
formación escolar impregnada de los mejores valores éticos, morales y
cívicos que nos permitan crecer como una sociedad sana.
- Invocamos a que las
instituciones del Estado, de la Sociedad Civil y a los padres de familia
para que trabajemos cada vez más integrados y con mayor empeño para volver
al sentido más profundo de la familia como institución básica y nuclear
que promueve el desarrollo de las personas, de la sociedad, y por ende del
país. Para asegurar que nuestros hogares sean espacios de amor, respeto,
diálogo, comprensión y tolerancia donde los niños y los jóvenes crezcan
con esperanza y optimismo.
- Quiero recordar las
palabras del Santo Padre Benedicto XVI durante la última Jornada Mundial
de la Juventud celebrada en España. “Ustedes, jóvenes, tienen el derecho
de recibir de las generaciones que les preceden puntos firmes para hacer
sus opciones y construir su vida, del mismo modo que una planta pequeña
necesita un apoyo sólido hasta que crezcan sus raíces, para convertirse en
un árbol robusto, capaz de dar fruto”. Como sociedad tenemos la obligación
de educar debidamente a las nuevas generaciones.
- Exhortamos a los
clubes deportivos y a nuestras autoridades a trabajar para hacer del futbol
y del deporte espacios de integración y no de enfrentamiento. La
ciudadanía espera que se sumen esfuerzos para prevenir la violencia a
través del cumplimiento de la ley con decisión y firmeza.
- Que el Señor de los
Milagros y la Santísima Virgen María nos ayuden a guiar a los niños y
jóvenes por el camino del bien, y den sabiduría a las autoridades para
abordar el problema de la violencia de manera integral, porque nuestro
país merece seguir progresando en paz y en justicia.
Lima, 6 de octubre de
2011
Mons. Miguel
Cabrejos Vidarte, OFM
Arzobispo de
Trujillo
Presidente de
la Conferencia Episcopal Peruana
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